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“Cuando
el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de
los derechos y el más indispensable de los deberes”
La Fayette
POR:
PROFESOR AZAEL SANTIAGO CHEPI
La
actual crisis del Normalismo en nuestro país empieza con la supuesta
modernización y transformación desde el gobierno de Miguel de la Madrid desde
donde se establece una visión neoliberal.
A
partir de los años ochentas, el abandono de las normales fue un imperativo y
como consecuencia la disminución de la matrícula, poco a poco despojarlas de su
esencia y el origen revolucionario del normalismo mexicano, recordemos que la
educación de acuerdo a la Constitución tiene su sustento en las libertades, en
el libre pensamiento y expresión de las ideas, teniendo como uno de sus
aspectos fundamentales la formación de profesores bajo una orientación científica y liberal.
De ahí, el compromiso de las normales públicas y sobre todo rurales con la
defensa de las libertades y la justicia social.
Ese
fue el sentido de origen de la Normales, sin embargo, desde el poder en el afán
de imponer sus inercias globalizadoras han realizado diversos ataques a este
sector, al grado de descalificarlas o criminalizarlas como escuelas de
delincuentes, de vándalos, es decir desde el poder le han despojado de su
sentido democrático, libre y humanista, produciéndose un desmantelamiento de su
sentido social, su abandono a través de acciones como el cierre de Normales, la
reducción matricular, la reducción del presupuesto, la improvisación de
maestros y la enorme cantidad de Normales privadas, son algunas de las causas.
Además
desde el Estado han sido aisladas del resto de la Educación Superior,
quitándole su status, colocándolas
frente a otras instituciones del nivel superior en desventaja, la causa tener
cada vez menor número de formadores que visualicen, defiendan y tengan un
compromiso social, y sea más fácil ir acrecentando la privatización de la
educación en nuestro país.
Esa
afirmación, tan cuestionada, es evidente con lo sucedido en el Politécnico
Nacional la intensión de imponer un
nuevo modelo educativo en la institución que privatiza la educación y la
convierte en solo preparar para el trabajo (mano de obra barata) ese hecho es
muestra contundente de ello, la movilización que generó es aplaudible, debe
reconocerse y apoyarse, porque es una lucha que está comenzando, no termina con
la abrogación de un reglamento, es la lucha por la defensa de la educación
pública, señalamiento que el magisterio disidente y las normales han estado
realizando por varios años y que hoy ante la evidencia podemos asegurar que
efectivamente es una tendencia con toda la intensión de convertirla en
realidad, por ello la lucha de los jóvenes estudiantes del Politécnico Nacional
debe aplaudirse, acompañarse, cobijarse para que continúe con una visión amplia
e incluyente hacia la defensa de la Educación Pública del País, no solo de un
instituto.
Lo
que llama la atención es el trato diferenciado del Gobierno Federal hacia los
estudiantes de nivel superior en este país, mientras a unos los atiende a otros
los reprime y asesina, reconoce un movimiento y el otro lo criminaliza, es
decir, los jóvenes de este país están catalogados por el lugar en donde buscan
prepararse, no se supone que existe el derecho a la igualdad, o en que fija el
gobierno federal su trato diferenciado.
Consecuencia de su desdén y peor aún de su actuar son los hechos
sucedidos en Guerrero a los jóvenes Normalistas.
En
síntesis, las normales desde hace varios años están abandonadas y
criminalizadas desde el propio Estado y los medios de comunicación, no es
casual lo sucedido en Iguala Guerrero, en días pasados, y el fatal desenlace
que miramos día a día, no existen
palabras para describir tal masacre en contra de este sector estudiantil, dicho acto tiene a la sociedad
inmovilizada, paralizada por el miedo y el terror debido a las ejecuciones
extrajudiciales, la privación arbitraria de la libertad, la desaparición
forzada y la tortura de que fueron objeto los normalistas, sobre todo porque el
actuar de las fuerzas de seguridad
pública del Estado fue ejecutor de este hecho sin calificativo, dicho ataque
perpetrado en contra de los normalistas que solo transitaban en la carretera no
es solo un abuso del poder no permitamos que lo minimicen, es la clara
demostración de la colusión del Estado con el crimen organizado, orquestado
desde las fuerzas de seguridad, es la imperante impunidad lo que permite que
hechos como estos se repitan, por ello resulta indispensable que la
indiferencia, la desmotivación, el no mirar al otro y el no pasa nada, lo
hagamos de lado no nos quedemos inmunes ante ello porque es una realidad que
hay que afrontar como sociedad, no hacerlo, sería darle paso a la deshumanización
y seria permitir que actos como estos se sigan repitiendo.
El
hecho causa indignación, coraje, y al mismo tiempo solidaridad con los
normalistas y sus familias, pero necesitamos algo más, la convergencia de las
luchas democráticas, se requiere acuerpar a los movimientos de la sociedad en
torno a una causa común, la educación pública, como un patrimonio de todos,
futuro de las nuevas generaciones.
La
dignidad del magisterio y los normalistas debe salir a flote, hay camino andado
en la adversidad no permitamos que esto frene el movimiento del normalismo y
magisterial, al gobierno federal habrá que exigirle un trato igualitario a los
jóvenes que exigen diálogo y soluciones,
a la que hoy se une la exigencia de Justicia y un alto a la impunidad. Con toda
la indignación de un maestro normalista.