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Matías Romero (Norma Guzmán Sibaja).- Entre los despojos de los demás; escogiendo lo que puede ser reutilizado y generarles un ingreso; así se encuentran el escuadrón de mujeres pepenadoras de Matías Romero.
“Esto de la basura ya no es negocio”, comentan con su hablar entrecortado, pues son indígenas mixes, que llegaron a vivir en colonias de Matías Romero y que recoger botes, plásticos, cartón, vidrio y metal de la basura; corresponde a una forma de subsistencia.
Sin ninguna medida de protección, exponiéndose a cortarse con cualquier vidrio o metal o clavarse una aguja, respirando esos fétidos olores y con los gases que produce la quema a cielo abierto.
Aún con la sonrisa en el rostro, explicándonos que trabajan 24 por 24; pues sólo les dan autorización cada tres días de ingresar al tiradero para sacar lo que puede venderse y reciclarse.
“Esto de la basura ya no es negocio”, comentan con su hablar entrecortado, pues son indígenas mixes, que llegaron a vivir en colonias de Matías Romero y que recoger botes, plásticos, cartón, vidrio y metal de la basura; corresponde a una forma de subsistencia.
Sin ninguna medida de protección, exponiéndose a cortarse con cualquier vidrio o metal o clavarse una aguja, respirando esos fétidos olores y con los gases que produce la quema a cielo abierto.
Aún con la sonrisa en el rostro, explicándonos que trabajan 24 por 24; pues sólo les dan autorización cada tres días de ingresar al tiradero para sacar lo que puede venderse y reciclarse.
Llenas de tizne, las manos cubiertas de tierra y como herramienta un palo; continúan su tarea, esculcando, buscando entre desechos de comida, ropa y hasta muebles.
Acopiando los botes que, mencionan, ya no es como antes, porque ahora todos los municipios tienen su tiradero, porque los compradores ofrecen muy bajo costo; pero hay que seguirle, que más queda, en casa por lo menos esperan azúcar, frijol y pan”.