Ser maestro (Dedicado a Don Luís Martínez Gutiérrez, El Peregrino Istmeño qepd)

Por: Antonio Martínez Gutiérrez

El 27 de septiembre de 1917, por Decreto Presidencial de don Venustiano Carranza, se acordó que el 15 de mayo, se reconociera como el Día del Maestro. Celebración que se efectuó por primera vez en 1918.

Este comentario, va dedicado a los hombres y mujeres que dedicaron su vida a la noble tarea de enseñar: los maestros jubilados y con el sano consejo a los jóvenes maestros activos, para que se dediquen en cuerpo y alma a salvar a la patria: enseñando con amor. Pero en particular, en memoria del maestro Luis Martínez Hinojosa, El Peregrino Istmeño qepd.

Las Escuelas Normales forman profesores o licenciados en educación, como ahora se les llama y será la práctica en la docencia, la que dirá si se puede otorgarle el nombre de maestro, porque profesor o licenciado, es el título que otorga la escuela normal, pero, maestro, es el que enseña.

“Decir maestro, equivale a decir verdad, porque no podrá existir en el alma del educando, mayor tesoro que el lenguaje de la verdad con que su maestro le hable”. Sabias palabras que escuché por vez primera en 1963, en la Escuela Normal Rural de Reyes Mantecón, Oax., y desde entonces, me propuse hablar siempre con la verdad a mis alumnos.

Con cuánto entusiasmo, va uno a las comunidades donde se nos asigna, como dijera el ilustre maestro Cayetano González a “llevar la luz del alfabeto”, encontrándonos con gente humilde que apenas tiene para comer, pero haciendo esfuerzos, nos entregan a sus hijos para que los hagamos seres responsables con conocimientos para enfrentarse al mundo.

Ser maestro, equivale enfrentarse a la ignorancia, la insalubridad, la pobreza, el caciquismo y mil y un problemas que tiene que afrontar el verdadero educador.

Comunidades donde no hay agua potable, carreteras, un médico, fuentes de trabajo, el poder político y económico en manos de dos o tres personas, que no aceptan al maestro, porque abre los ojos al pueblo y perjudica sus deshonestos intereses; lugares, donde los niños no hablan bien el español y algunos padres desean que los mayores trabajen, para que los menores tengan que comer. Y es ahí, donde se ve la obra del maestro.

Qué emoción, cuando después de algunos meses laborando con los del primer grado, el maestro ve que sus alumnos, comienzan a unir las letras, formando silabas y luego palabras; señal de que aprendieron a leer y qué decir cuando con orgullo, ve que reciben su Certificado de haber cursado su educación primaria.

El maestro que cumple su función, pensando en el salario que va a recibir y exigiendo cada vez más, no ha entendido que se enseña por vocación. Se sabe que el sueldo del maestro, no es para hacerse rico, es para vivir en medianía y si forma matrimonio con colega, tendrán beneficios al unir salarios, pero esto, no es siempre.

Las comunidades, no olvidan y siempre recordarán a los maestros que apoyaron para la introducción del agua potable; energía eléctrica; las campañas contra la insalubridad: los que convivían con ellos en sus fiestas y los consolaban en las pérdidas de sus seres queridos; los que preparaban bailes para festivales y otras actividades que el maestro dejó como buenos recuerdos.

Hoy que se les dedica este día, hago votos porque sean felices cumpliendo su misión, porque dejen comunidades donde su recuerdo esté siempre ahí, porque antes que sueldo, lleven presente que enseñar es nuestro trabajo, seleccionado por nosotros mismos.

Por favor, sean maestros de verdad y serán felices al hacer felices a muchos…
Pero, conste, ésta es mi opinión.
15 de mayo del 2010.
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