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México (AM Al Margen).- El
proceso para elegir a los candidatos a Gobernador por los distintos partidos en
Oaxaca, está íntimamente ligada con lo que ocurre en el contexto nacional.
Nuestra entidad, pues, no es una ínsula. Por eso es importante entender no sólo
la ruta que siguen los institutos políticos en la entidad, sino verla también
de cara a lo que ocurre en otros procesos electorales estatales (12) que están
corriendo en paralelo al de Oaxaca. El PAN y PRD están ensayando rutas poco
ortodoxas y eso podría también contaminar los procesos internos del priismo en
la entidad.
En
efecto, en Oaxaca cada partido aparenta tener su propia ruta para la definición
de sus candidatos. Eso es algo sólo aparente. Pues aunque en el PRI hay
formalmente tres aspirantes a la candidatura (Alejandro Murat, Eviel Pérez
Magaña y Alfonso Gómez Sandoval Hernández), y en el PRD la definición es una
moneda al aire entre Benjamín Robles Montoya y José Antonio Estefan Garfias, lo
que verdaderamente ocurre, es que esta competencia tiene otros factores que
deben ser también considerados.
Uno
de ellos, del que se habla hoy con insistencia, es el del intento de algunos
grupos al interior del PRI por generar la idea de que la lucha irremediable
entre dos de sus aspirantes, debe abrir la ruta de un tercero. Esa idea,
diseñada con perversidad e impulsada por el ex gobernador Ulises Ruiz dentro
del PRI, tendría como intención abrir la puerta de la candidatura a otros
personajes de poco peso electoral —en su mayoría, emergentes que hasta ahora ni
siquiera aparecen en el radar real de los posibles candidatos del PRI—, para
que ello le sirviera de trampolín a una victoria de cualquier otro partido en
la contienda electoral —independientemente del efecto político regional que
esto tendría—.
Quienes
impulsan esa ruta, saben que eso les resulta conveniente porque eso impediría
la posibilidad de arribo al poder de sus adversarios dentro del mismo PRI, y
por esa razón insisten en barajar nombres de personajes que aún tendrían que
crecer muchísimo para poder ser competitivos electoralmente. Una de las cosas
que llama la atención de esa estrategia de impulsar a un tercero, es lo mucho
que eso le convendría al grupo gobernante y lo poco conveniente que ello sería
para el aspirante favorito del ulisimo en Oaxaca. En el fondo, esa parece una
ruta que no busca el poder sino la impunidad.
Alrededor
de eso lo que se ve es una negociación en la que intentarían sacrificar al
propio Eviel Pérez Magaña, que ha sido impulsado durante años por el ulisismo
pero que ahora sería un vehículo de negociación para las nuevas intenciones de
sus impulsores. No parece haber otra razón por la que ahora, con la ayuda de
otros políticos que intentan también por sus propios intereses incidir en la
definición priista de su candidato a Gobernador, están tratando de descarrilar
no sólo a los dos aspirantes más posicionados, sino la posibilidad de que el
PRI pueda recuperar la gubernatura en 2016.
DIÓDORO
Y TLAXCALA
Frente
a todo eso hay que ver no sólo en el contexto el nombramiento del ex gobernador
Diódoro Carrasco Altamirano como secretario General de Gobierno en Puebla, sino
también lo que ocurre en la definición política en su vecino estado de
Tlaxcala.
En
Puebla, como es sabido, el gobernador Rafael Moreno Valle tiene la firme
intención no sólo de sembrar a su sucesor en el gobierno estatal, sino además
generar una tendencia regional favorable. Por esa razón, el PAN apretó la
definición de su candidato común en Tlaxcala, tratando de obligar a que el PRD
se sume a su abanderada, y no a que el PAN siguiera la definición perredista
como inicialmente se pensaba.
Esto
último puede ser indicativo para lo que pudiera ocurrir en definiciones como la
de Oaxaca. ¿Por qué? Porque todos sabían que el PAN era fuerte en Puebla y que
por eso el Gobernador —no el PAN— iba a elegir al candidato a Gobernador de la coalición
entre esos dos partidos. Lo que no sabían es que desde Puebla, el PAN iba
también a ensayar la maniobra de apretar al PRD en la negociación por la
candidatura —razón por la cual, el líder nacional perredista, Agustín Basave,
hasta amagó con dejar la dirigencia— y que algo similar podría terminar
ocurriendo en Veracruz. En ninguna de esas dos entidades el PAN es un factor
determinante, aunque sí es lo suficientemente necesario como para que no
terminen perdiendo juntos, PAN y PRD, frente al PRI.
Así,
el PAN parece estarle hallando la medida a sus coaliciones con el PRD. Y aunque
aquí todavía no hay una definición concreta sobre su candidato, en el fondo esa
podría ser la estrategia para cerrar la candidatura a favor del abanderado que
quiera el gobierno, con el apoyo de Puebla: que el PAN deje su cómoda posición
de secundar al PRD en la coalición en Oaxaca, como lo habían pactado
inicialmente, y obligue a que ésta se defina por un candidato en específico a
partir del amague de que, o es ese candidato (el que impulse el PAN, también
respaldado por el grupo gobernante), o no se formaliza la coalición electoral,
y ambos partidos pierden el gobierno de Oaxaca.
Es
imposible desligar la influencia que tiene el ex gobernador Carrasco en el
grupo gobernante local; tampoco se puede pasar por alto el hecho de que, como
aspirante a la candidatura por el PRD, Estefan es la pieza de Carrasco en la
contienda interna de la coalición en la entidad, y que es quien también
aglutina a la gran mayoría de los intereses del grupo gobernante; y que Puebla
quiere sumar a Oaxaca para el proyecto presidencial de Moreno Valle, en el que
ya está trabajando su Secretario General de Gobierno.
Como
factor, Puebla ya parece estar incidiendo en las definiciones políticas de
nuestra entidad. Y frente al desastre y los desencuentros —irremediables, esos
sí— al interior del PRD, este podría ser el camino no sólo para remediar la
trifulca, sino también para ungir al abanderado más conveniente para el sector
que tenga la mayor astucia y capacidad de operación política en este proceso.
ROBLES,
EL PERDEDOR
Si
esa estrategia se consolida, el más perjudicado sería el senador Robles
Montoya, que si bien tiene la venia de la dirigencia perredista, tendrá en
contra a este conjunto de factores que serán de un peso relevante en la
definición de la candidatura por la coalición y que, en su propio contexto,
parecen estar descarrilando al perredismo en una entidad que parecían tener
segura, como Tlaxcala.