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Matías Romero (Norma Guzmán Sibaja).- En los últimos
años, el comercio informal se ha apoderado de las calles de Matías Romero. La
situación se resintió aún más durante los pasados días de feria, al cerrarse
gran parte de las calles del centro de la ciudad y al generarse más afluencia
de vehículos.
Bancos,
sillas, anafres y la exposición de mercancías sobre las banquetas y una gran
parte de la calle, se ha convertido en un problema, sobre todo en las calles
Reforma, Hombres Ilustres, Corregidora, Ayuntamiento, Morelos y Guerrero.
El
comercio ambulante se ha establecido en calles y avenidas, no sólo colocando
mesas y canastas, sino edificando casetas y cerrando por completo el paso al
peatón, que debe andar toreando los automóviles, evitar ser arrollado por
motos, bicicletas o diablitos que tienden a circular en sentido contrario.
Una
gran cantidad de locales, sobre estas calles se encuentran vacíos y en renta;
no obstante, para los comerciantes resulta más remunerativo invadir el espacio
peatonal que rentar un inmueble.
Sobre
todo, porque como lo explicó un vendedor de tacos, el rentar un local le exige
desembolsar mensualmente un mínimo de 15 mil pesos en el centro, además de los
pagos de luz y agua; cuando en la calle, solo tienes que pagar 5 ó 15 pesos
diarios.
El
ambulantaje y el comercio informal generan otros problemas en la ciudad, como
lo es la basura y calles húmedas por los residuos líquidos que taquerías,
cenadurías, venta de frutas y verduras a media calle y demás alimentos que se
expenden, al parecer, sin ningún control por parte de regulación sanitaria.
Cualquier
esquina es propicia para dejar bolsas de basura, como la entrada del callejón
del sindicato ferrocarrilero, dónde sorprendentemente, cada mañana, después de
que ha pasado el barrendero, además de bolsas con desechos, aparecen flores
secas y podridas.
La
situación empeora cuando es época de lluvia sobre la calle Ayuntamiento casi
esquina con 5 de Mayo. Ya que, de acuerdo a trabajadores de Servicios
Municipales en otros años, el que las pollerías tiren el aceite y residuos de
los pollos al drenaje, genera un tapón que provoca que las aguas negras emerjan
a la superficie, aunado a que la lluvia arrastra toda la basura que baja del
mercado.
La
pichancha o tragalluvias que se ubica en la calle 16 de Septiembre, a la altura
del Banco Santander, muestra las huellas de los desechos aceitosos que se
vierten en el lugar por los negocios de comida establecidos alrededor;
propiciando, en noches calidad, olores fétidos, poco agradables para quienes
van al parque o acuden a alguno de los cajeros automáticos.
Se
dice que una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se
ensucia. ¿Será que necesitamos seguir barriendo?