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Matías Romero (Norma Guzmán Sibaja).- La historia de
Jennifer Antonio Carrillo, la mujer que presuntamente fue rociada con gasolina
y quemada por su propio esposo, Edgardo Romero Álvarez, en Matías Romero, es un
caso más de miles que a diario se viven en el Istmo de Tehuantepec y va más
allá de la violencia de género o contra la mujer.
En
el marco de la celebración, este 8 de Marzo, por el Día Internacional de la
Mujer, se evidencia el trabajo que vienen desarrollando quienes se
autoproclaman activistas y defensoras de los derechos de las mujeres en el
Istmo. Quienes han perdido la ruta y utilizan el tema de la violencia de género
para escalar en posiciones políticas, ser nominadas como candidatas de algún
partido o para salir en los medios de comunicación.
En
Juchitán, el Centro de Justicia para la Mujer (Cejum), proyecto que quedó en
cimientos aunque debió entregarse el año
pasado; no es la respuesta a los problemas que enfrenta el sector femenino y
que es conocido entre rumores, en los pasillos y, sólo para los de clase media
y baja, a través de noticias alarmantes en los medios de comunicación.
La
mujer que aguanta al esposo borracho que la golpea, pero que nadie dice nada
porque él es Presidente Municipal y ella prefiere mantener su posición; o
aquella que fue asesinada en Salina Cruz pero que prefirieron manejarlo como
intento de robo a casa habitación por que el esposo es petrolero y su hija no
quiere escándalos; la mujer que recibe menos salario pero que trabaja más horas
y da mejores resultados que muchos de los hombres de su empresa, la niña que es
obligada a lavar los trastos y servirle al papá y hermanos… son tan solo
algunos ejemplos.
Actos
calificados como salvajes, bárbaros, en comunidades donde la violencia crece,
la pornografía está al alcance de la mano, los malas acciones son aplaudidas y
vistas como ejemplo, mientras la crisis económica hace estragos en las familias
y donde, la violencia contra la mujer, va más allá de la esposa incendiada,
para analizar la educación, los valores, las familias, la injerencia de los
medios de comunicación, la sociedad y el aporte a la violencia que todos los
días hacemos, aun siendo mujeres.